martes, 27 de septiembre de 2016

Todo estará bien...



No sé de donde aparecían, en mi infancia soviética, esos trocitos redondos de cristal de diferentes colores que buscabamos sueltos por todas las partes de la ciudad, pero creíamos firmamente en que si miras al sol a través de uno de esos trocitos multicolores, el universo organizará todo de una manera de que “todo estará bien”. En realidad no entendíamos, en nuestra infancia despejada, qué es lo que significaba y como es cuando “todo está bien”, pero era una frase que más escuchabamos de los adultos que parecían siempre viviendo en espera de que “todo estará bien”. Ha caído la Unión Soviética... pues pronto todo estará bien; alguien ha ahorrado dinero trabajando sin parar para comprarse un piso... pues cuando lo compre todo estará bien; si terminas este año escolar con buenas notas pues entonces todo estará bien; y así una espera se cambiaba por la otra, y así infinitamente, y así hemos aprendido a vivir esperando... de que todo estará bien. Bonita frase, llena del optimismo, pero... por qué siempre tendemos a vivir en el futuro? Y ahora cuando hago una pregunta a mi abuelo de ochenta y tres años: "¿cómo ha pasado tu vida, abuelito?” me contesta: “Volando. Como un instante”. Pues en fin, si bien sabemos que la vida es nada más que un instante y nadie de nosotros saldrá vivo de ella, pues qué sentido tiene llenar este instante con tantas preocupaciones, con tantas dudas y miedos, con tantas penas y rencores, con tantas esperas de que todo estará bien, con el pasado que ya ha sucedido y el futuro que todavía no ha llegado, con tantas luchas contra la realidad conviertiendo la vida en un campo de batalla en vez de convertirla en una aventura apasionante llenando cada inspiración con el amor y agradecimiento por un instante más en el que todo está bien.  

(aprendiendo cosas sobre el universo con mi abuelo, un gran físico soviético)

sábado, 24 de septiembre de 2016

La poética del insomnio



Despertarse a las 5.00 de la mañana... encender la luz de noche... hacer un té de frutas del bosque... asomarse a la ventana para respirar el aire de la noche otoñal... atravesar unos metros cuadrados de mi espacio... coger un libro... cerrar un libro... coger un bolígrafo... dejar un bolígrafo... sentarse en el sofá... levantarse del sofá y seguir acumulando metros cuadrados... mirar el reloj... asombrarse... hacer otro trago caliente... encender el ordenador... qué mejor que trabajar por las noches... poner la radio italiana, acompañante fiel de mis insomnios... envolverse en una manta y quedarse mirando el cielo nocturno en busca de la Osa Menor... Cuando me pasaba en mi vida anterior, al asomarme a la ventana de mi casa, me inundaba el profundo verde de los árboles vestidos de las luces doradas de mis farolas... ahora sólo veo el ladrillo y un buen e inapreciable trocito del cielo en el que me pongo a pintar cuadros de mi imaginación... Noches de insomnio... quien sabe de donde vienen y quien sabe adonde se van... Pero vale la pena quedarse despierto a las horas todavía nocturnas para sentir ese algo, especialmente poético, que vuela en este aire de septiembre que envuelve todo en su tierno frescor... tan tierno como una presencia tangible que abraza el corazón... 


viernes, 23 de septiembre de 2016

Dr. De Alma

Mi variación de una bonita fábula sobre el doctor que curaba el alma...

- Pues eso... dejarse llevar por el amor, perdonar y quererse a sí mismo. Como mínimo tres veces al día, para el desayuno, comida y cena. El siguiente paciente! Buenos días, qué le sucede? 
- Me duele el alma. Usted es el doctor de alma, verdad?
- Sí, me llamo Dr. De Alma. A ver, dónde le duele?
- No sé. En el alma.
- Enséñeme dónde. 
- No sé, en todo el cuerpo, no le puedo indicar en concreto, no sé dónde se encuentra mi alma, últimamente la siento poco, a no decir que no la siento nada. 
- Pero dice Usted que le duele... cómo le puede doler si no la siente? 
- Siento que no está. Duele el sitio donde estaba antes. Especialmente cuando intento hacer un inspiro... tal vez aquí en el pecho...
- Algo le ha hecho daño a su alma?
- No sé. Tal vez. Pues le digo que no la siento. Son pocas cosas que siento últimamente.
- Respire hondo...
- Me cuesta. Es como si el aire no entrara en el pecho. Qué es lo que me pasa, doctor?! Me da mucho miedo! 
- Pues eso... sus miedos... aquí están en el fondo de su pecho. Cómo quiere Usted que le entre el aire si está estancado por los miedos? De qué tiene miedo?
- Pues no sé... del futuro, de ariesgarme, de hacerme daño, de reirme y después llorar, de expresarme, de alegrarme, de amar, de muchas cosas. 
- Y cómo entonces quiere sentir su alma si la deja sin alimentación, si no le permite respirar el aire que necesita? Y la pobre se queda ahí paralizada en el fondo, justo ahí donde Usted siente el nudo que no le deja respirar. A ver... ahora déjeme que le ausculte... retenga el aliento...no respire... no respire... no respire... muy bien... parece que está Usted bien acostumbrado a no respirar.
- Por qué? Parece que respiro.
- Pues eso... parece... pero en realidad retiene todos los sentimientos que le ahogan y le quitan el aliento, aquí los veo todos retenidos.
- Y qué tengo que hacer con ellos?
- Pues aceptar que existen. Darles oportunidad a vivir plenamente dentro de su pecho, ponerle el nombre a cada uno de ellos y permitirles ser y estar. 
- Pero tengo miedo de que me vaya a doler. 
- Y de qué puede doler en la vida?
- No sé... de golpearse, de quemarse, de equivocarse, de sentir, de caer, de muchas cosas. 
- El diagnóstico está claro, así apuntamos: Tiene miedo de vivir. Pero permítame decirle que la vida es un vuelo! Consiste en altos y bajos, consiste en los virajes cerrados, amar es volar! No tenga miedo de vivir volando! Y mientras que estemos vivos, de cualquier caída se levanta. 
- Y si yo no podré levantarme?
- Sin dudas va a poder. Lo importante es siempre quererse a sí mismo. 
- Es que en realidad no sé si me quiero... 
- Claro que se quiere, a no ser así, no vendría a verme. Pensar en cuidarse ya es el primer paso. 
- Entonces tiene remedio esto? Es grave lo que tengo?
- Sí es grave, pero no se preocupe, es una enfermedad muy frecuente. 
- Se cura?
- Depende de Usted. Sólo Usted puede curar su alma, desgraciadamente muy poca cosa podría hacer yo, sólo recomendarle pues eso... dejarse llevar por el amor, perdonar y quererse a sí mismo. Como mínimo tres veces al día, para el desayuno, comida y cena. El siguiente paciente!...

miércoles, 21 de septiembre de 2016

domingo, 18 de septiembre de 2016

Claves



Pocos se atreven a sentir con tanta intensidad un momento felíz como aquel que ha perdido todo. Nadie agradece y disfruta tanto la llegada del sol por la mañana como aquel que se acostaba sin saber si llegará el amanecer. Tal vez la clave de la felicidad está en dejar de tratar de convertir segundos en minutos, minutos en horas, horas en días y días en eternidad, sino que en agradecer inmensamente a la vida la posibilidad de respirar un instante más ese aire que te hace sentir profundamente, inspirar ese aroma mágico de mar y limones. Porque un instante de vida basta para saber que un instante de vida basta para sentirte vivo.

martes, 13 de septiembre de 2016

No esperar resultado



Todo funciona según una regla “no esperes el resultado inmediato”. En una conferencia interactiva de hoy con mis compañeros de trabajo dispersos por el mundo, hemos recordado como en el lejano 2005 se estaba armando todo este “lío” que hoy día nos da de comer. Al surgir la idea, en la que poca gente creía, a cada uno de nosotros nos había sido explicado claramente con cuanto benificio económico podíamos contar en aquel momento. Fue verdaderamente un mínimo al borde de un límite. La esencia de la oferta consistía prácticamente en trabajar para una posible perspectiva, dando por satisfecho con lo poco que se ofrecía e invertiendo todas las fuerzas y energía en un proyecto que, en el caso de su realización acertada, prometía a todos un porvenir radiante y una estabilidad económica a largo plazo. Había pocas personas dispuestas a aceptar tales condiciones. Casi todos abandonaban la entrevista a la mitad diciendo que necesitaban el dinero en mano en vez de contar con una perspectiva incierta. Pero había y de aquellos que lo aceptaron y son estas personas que hoy día siguen formando parte de nuestro arriesgado equipo. 

Sí, no era fácil trabajar apretados (empezabamos siendo cinco) en una pequeña habitación sofocante de la sexta planta de un viejo edificio administrativo de los tiempos de la antigua Unión Soviética cuyas ventanas  daban a una fábrica metalúrgica envuelta en los humos de diferentes colores. A las ocho de la mañana ya estabamos en marcha trabajando a todo vapor. No terminabamos antes de las once de la noche. A veces sin pausa para comer, calmando hambre nada más que con un bocadillo y un té, porque faltaba tiempo. Recuerdo, que incluso mi padre, un gran emprendedor, más de una vez me decía que dejara ese asunto al ver el estado en el que regresaba a casa prácticamente cayendo sobre la cama sin ser capáz ni de quitarme los zapatos. Alguna intuición interior me alimentaba a mis 22 años y me motivaba a seguir adelante. 

Mi primer viaje a la República Checa, en el frío invierno de 2005, se acabó con un fuerte constipado y una carpeta gorda de los primeros contratos firmados. La tarde antes de coger vuelo para regresar a Ucrania, tomaba paracetamol con un vaso de vino caliente brindando por el éxito de aquel proyecto recién nacido. Primeros dos años de nuestro trabajo seguían con el mismo ritmo inhumano del sueño corto y del día laboral sin norma. Los viajes íban surguiendo más a menudo, la frecuencia de los vuelos tuvo que dar fin a mi miedo de volar. Una habitación sofocante se cambió por una oficina decente, las meriendas con un bocadillo por las comidas en buenos restaurantes, los hoteles de los viajes íban subiendo categoría. El trabajo de nuestro equipo poco a poco se hizo tan organizado que parecía que estaba trabajando un único superhombre capáz de cumplir décenas de tareas al mismo tiempo. 

Y así seguíamos de día en día... accelerando el ritmo... y así, cada uno de nosotros pudo cubrir sus necesidades y cumplir sus proyectos vitales gracias a creer en una idea y a seguir trabajando sin esperar benificio inmediato, sintiendo una gran satisfacción de cumplir su tarea.  Y así funciona, lo más importante es recordar que el deseo de abandonarlo todo siempre llega a ser más fuerte en el momento cuando estás más cerca que nunca de conseguir lo que quieres.