Igual que a aquel
que acaba de comer, le resultaría ajena una mirada asilvestrada de aquel
que está pasando hambre, así una sociedad que no se ha saciado aún, no
sentiría con profundidad un sufrimiento de aquellos, que al bajar de un
escalón de la autocomplacencia, se han visto pisar un escalón de la
autodestrucción. En el mundo espiritual pocas veces funcionan las leyes
de las ciencias exactas, y la distancia de un punto al otro no siempre
es la misma y suele depender de la dirección del movimiento. Así, sólo
un paso distancia a un hedonista de un decadente, mientras que para
regresar a un estado de búsqueda de los placeres vitales, habría que
hacer un largo camino de vuelta, igualado a una desvalorización de todo
lo visto, vivido, perdido. Romper siempre es más fácil que construir, bajar las escaleras siempre es más fácil que ir subiendo.
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