El último post
que escribí en mi espacio “literario” anterior está fechado por un día de Junio
de 2014. Mi vida, igual que la de la mayoría de mis compatriotas, se dividió
desde aquel entonces en un “antés” y en un “después”. Si algo había sido
escrito en el transcurso de estos dos años, formará parte de aquello que va
fraguándose poco a poco para poder salir a la luz y poder pronunciarse en
voz alta. Por el momento, sigue cobrando forma en un proceso silencioso. Sin
embargo, hoy me han venido ganas impetuosas de recuperar aquella costumbre de
dejar huella diaria en un espacio virtual que, en alguna u otra
dimensión, existe. Tal vez ya me siento bastante recuperada para salir de mi
coraza e intentar darme cuenta de lo sucedido en estos dos años. Hasta este
momento, siempre escribía en mi lengua materna, ruso, y a partir de ahora es lo
que va a cambiar. Sé que ésto me alejará aun más de mi entorno de antes; sé que
de alguna manera es romper con muchas cosas que, inevitablemente, se dejan
atrás cuando uno se convierte en un inmigrante; pero, cualquiera que sea el
motivo de este cambio, tal vez será porque últimamente pienso, reflexiono y siento,
en mi español lejos de ser perfecto (por lo que pido perdón ante aquel que va a leer este
caótico torrente de pensamientos). No, de ninguna manera, no pretendo
alejarme de mis raíces, a ellas pertenezco y llevo en mi su marca, peso y
bendición. Lo único que pretendo es desencadenarme un poco más y dejarme
respirar esa libertad que me había sido regalada.
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