Aquel que
conoce esa necesidad casi vital de compartir sus pensamientos con una hoja de
papel, entenderá esa ilusión espontánea que te llena en un momento cuando
empiezas a buscar caóticamente tu bolígrafo para apuntar, transmitir, anotar, conmemorar,
revivir... Desde cuando me recuerdo a mi, siempre me veo escribiendo. Recuerdo
incluso aquella época lejana cuando todavía estaba de moda tener una auténtica
pluma con un bote de la tinta liquida de color indigo que estaba cuidadosamente
puesto sobre mi escritorio. Lo más difícil era aprender a no dejar manchas por
todas partes de mi cuerpo, ropa, muebles, de aquellas hojas que guardaban secretos.
Recuerdo la hora de dormir cuando me permitía sacar debajo de la manta (bien escondido, ya que
escribir a las horas nocturnas me era casi prohibido) aquel cuaderno que
albergaba otra vida mía, imaginaria, mi vida que estaba por llegar... A la edad de trece años
empecé a escribir algo que yo misma en aquel entonces llamaba “mi libro”. Escribir
aquellas líneas y páginas era visualizar, soñar en letras, convertir mis sueños
en la realidad, que aunque en otro espacio temporal, ya existía... No sé
cuantos cuadernos han conocido mis ilusiones, pero hoy día ninguno de ellos
podría negar que la realidad mía del día de hoy era tan buscada y deseada por
aquella niña de trece años. Mis momentos de huir de todo y de hundirme en mi
mundo de imaginación los iba buscando por todas partes... en casa, en la escuela
(en vez de escribir formulas), en el coche por el camino a nuestra casa de
campo, en el jardín bajo mi árbol de guindas... cualquier momento era apto para
entregarme a los sueños. Era escribir viviendo aquellos momentos imaginados que
me trasladaban a miles de kilómetros... por aquí donde hoy día estoy y de donde escribo
estas lineas en español... Con ello, confirmo y enfatizo esa necesidad de soñar a la que muchos
no dan importancia. Soñar en letras, en palabras, en versos, en líneas... como
sea pero soñar y vivir con Ilusión... uno de los generadores más potentes de nuestra propia realidad.
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