miércoles, 20 de diciembre de 2017

Ser "yo"...

Si "escribir" es un acto de conversar desde el interior, pues el "no escribir" a veces significa renunciar el diálogo consigo mismo. Igual que un lienzo blanco que decidimos dejar abandonado en la esquina hasta ese momento en el que las emociones se convierten en unas formas cuidadosamente acariciadas por la suavidad de un pincel, se quedan en blanco las hojas en la espera de encontrarse con unas líneas, estrofas o aunque sea un par de palabras dictadas por el corazón. 

Estos días me he prometido recuperar la costumbre de ir apuntando mi sentir para intentar llenar los vacíos que van marcando mi camino sin rumbo fijo. Como quien se prepara mentalmente por la mañana a quitar una manta, levantarse de la cama y exponer su cuerpo al frío desgarrador que congela hasta lo más profundo del alma, nos preparamos emocionalmente para nuestro día a día que esconde abismos en los que tenemos riesgo a caer al pisar el suelo poco firme debajo de nuestros pies. Aquí es donde el escribir puede echarnos esa mano que necesitamos para no sentirnos tan solos en el mundo entero como lo somos en realidad. Siempre tenemos ese "yo" nuestro acompañándonos a cada paso, y ahí sigue siempre,  a pesar de que a veces lo rechazamos, lo renunciamos, lo regañamos, o hasta preferimos huir de él, hasta que nos demos cuenta de que no es posible escapar de sí mismo. 


Vamos buscando los caminos que nos llevarían a conquistar unos nuevos escalones de la espiritualidad, deseando hallar secretos de los más sabios, sin darnos cuenta de que el verdadero secreto del desarrollo espiritual se esconde en las superficies de lo más cotidiano. Experimentar cada sentimiento que nos ofrece la vida. Sea una caricia llena de ternura, un dolor lleno de desesperación, un tímido echar de menos, una silenciada nostalgia, un callado sufrir o una plena felicidad del momento que desea ser atrapado para no soltarlo nunca. Vivir sintiendo... una de las cosas más maravillosas y dolorosas al mismo tiempo, que tanto nos puede subir a las cumbres de la felicidad más pura, como dejarnos caer rompiendo lo más frágil que llevamos dentro... nuestro corazón.    

Y así comienzo mi mañana, prometiéndome a mí misma ser "yo", a pesar de que duele tanto a veces.   






2 comentarios:

  1. Qué maravilla de texto. Qué emocionante y personal. Que gratitud leerte y saber que vuelves a escribir por aquí.
    Es realmente prosa poética.
    Me ha encantado.
    Gracias por compartir.
    Un beso...

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    1. Me faltaba mucho compartir emociones convertidas en líneas... Gracias por ser un lector sensible... Un beso

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