lunes, 21 de noviembre de 2016

Cuando la magia nos habla



El día comenzó gris, con ataques y golpes por todas partes, de esos que parece lo único que quieren es quitarte una sonrisa.  Iba resistiendo. Seguían y parecían ganando, envolviéndome en ese aire que tenía secuestrado hasta el sol. Iba caminando, casi corriendo, a la velocidad de los pensamientos del mismo color gris que se apoderaban de mi mente. Pocas veces llego a sentirme tan vulnerable frente al vorágine diario que hoy parecía acumular nada más que  tensiones. Las tareas se iban amontonando, las soluciones tardaban en llegar, las preguntas superaban las respuestas, convirtiéndose en una bola de nieve que parecía no tener fin... hasta el momento cuando me ví parada en un semáforo de la rotonda que atravieso diariamente, que esconde una de esas maravillas que no sabes ni quien ni por qué lo ha creado, pero parecen ser uno de esos divinos mensajes predestinados para quien lo necesite: un letrero anónimo que consta que “Todo va a ir bien”. 

Todos los días de todas las semanas y meses que llevo viviendo en esta ciudad no dejo de echar una ojeada a estas palabras mágicas que tranquilizan, calman, acarician, animan e inspiran para seguir adelante. Todos los días, salvo hoy, cuando ahí, esperando una señal verde para cruzar la calle, estas palabras me parecieron una burla y, por primera vez en estos años, no quise echarles caso ninguno. Todos conocemos esos momentos de bajón importante cuando las manos se te bajan por si mismas, cuando todo parece ir en contra. Y ahí estuve yo, parada por malos pensamientos, con una mirada dirigida al asfalto y ni me he dado cuenta de hacer un gesto cerrando mi cara con las manos... cuando de repente he oído una voz diciendo: 

-              Todo va a ir bien, no te preocupes...

Más que sorprendida, he girado la cabeza y he visto a una señora anciana de pelo gris, vestida de un abrigo rojo y una gorrita graciosa, que me estaba mirando con una sonrisa de esas que te penetran en el corazón llenándolo de alegría y paz. Ha conseguido lo imposible en menos de un segundo... he sonreído:

                  Piensa Usted que sí? – le he preguntado con una voz llena de esperanza como si ella fuera una dueña de algún secreto universal que acabo de rozar.

-             Seguro que sí, con esos ojitos no puede ser de otra manera, hija. Todo va a ir bien, mira por ahí, ¿ves? - ha señalado con la mano ese letrero mío. Tanto cariño había en esa voz desconocida. Me he sorprendido, nunca he visto a nadie fijarse en ese cartel, y ahora, en ese preciso instante cuando por primera vez me he negado a mirarlo, aparece alguien que me hace recordar, creer, confiar y tener fé en esas palabras mágicas con las que me he reconciliado en un segundo.

– Gracias... a veces se necesita tanto que alguien te lo recuerde. – dije yo con tanto agradecimiento, dándome cuenta de que el día gris ya se ha llenado del sol que ha salido entre las nubes y ya estaba inundando la calle con luz.

Seguí caminando... con una sonrisa que no se me iba de la cara. Me sentí parte del universo que en ese preciso instante me habló, me sonrió, me echó su mano y me hizo levantar la cabeza con alegría y paz interior, porque sabía que todo va a ir bien. Y en ese momento me pregunté: ¿cómo era posible que me había dejado llevar por esos momentos de debilidad? ¿cómo es que no me dí cuenta de lo bonito que era el día? Todos somos humanos y hay días en los que más que nunca necesitamos una señal, una palabra, una mano, ese abrazo cariñoso que aunque sea invisible pero sabes que siempre está y te calienta el corazón... para poder seguir caminando, afrontando las lluvias y tormentas, pintando esos cielos grises de los colores vivos, sintiendo cada momento, viviendo días como si fueran versos, porque cada uno es único y esconde esa magia que nos sabe hablar, porque cada uno de ellos merece ser vivido... con una sonrisa. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario