domingo, 20 de noviembre de 2016

Hoy llueve...

Hoy llueve sin parar. Llueve frío. Limpio. Calmante. Transparente. Demasiado transparente para un día gris que amenaza ver todo con tanta claridad que asusta. Hoy estaba pensando en ipocondría, ese miedo por tu salud que de repente te invade como una señal de la inseguridad vital, cuando detrás de un miedo por tu estado físico se esconden los miedos más profundos que niegas a sacar a la superficie. El cuerpo suele somatizar, así se opone a nuestra mente, así nos avisa, nos alarma, nos ruega que nos querramos más, que nos cuidemos como un tesoro que solemos abandonar en esas permanentes luchas diarias que afrontamos y que no tienen ningún sentido si perdemos lo escencial y lo más importante: la salud. Pero, en realidad, no hay nada más sano que los miedos ipocondriacos, significan que te preocupas por ti, y es ese miedo que genera autodefensa y acumula todas tus fuerzas para proteger tu físico, te obliga a cuidarte, poniéndolo en prioridad. Lo realmente peligroso y alarmante es dejar desapercibidos esos señales corporales, no hay nada peor que indiferencia, sobre todo, respecto de ti mismo. Pues bendita sea la ipocondría, siempre nos obligará a estar pendientes de nuestro bienestar, siempre nos asegurará oír esa voz de nuestro "yo" interior que muchas veces rechazamos sin darnos cuenta de sus necesidades. Hoy llueve sin parar. Llueve como en mis tierras. Llueve frío. Calmante. Limpio. Prometedor. Lueve... para que luego estemos más agradecidos a los rayos del sol que no tardarán en inundarnos el alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario