Bloqueos.
Hay de esos bloqueos que necesitamos para recuperar la inspiración, son bloqueos
productivos que recuperan el sentir. Pero hay de aquellos que vienen del agotamiento emocional, de no
saber para qué sacar a la superficie un pensamiento ahogado. No obstante, solemos
hablar mucho, pero callamos lo más importante. Nos preocupamos demasiado, pero
actuamos poco para arreglar lo que está en nuestras manos. Sentimos profundamente,
pero manifestamos lo justo. Esperamos con desesperación, pero dejamos de creer
en la oportunidad. Tenemos tanto miedo de ser vulnerables, que parecemos
indiferentes. Buscamos la soledad, pero huimos de nosotros mismos. Pienso mucho
en lo contradictorio que somos y en lo fácil que podría ser todo si no nos
dedicasemos con tanta perseverancia a complicar la cosas.
Pienso
también en la experiencia, pensaba siempre que las vivencias son aquello que
determina la sabiduría, pero con el pasar de los años voy compreniendo que una
verdadera sabiduría no está en aprender a dibujar unas líneas cada vez más perfectas
sobre el papel, sino que en saber comenzar cada dibujo desde la hoja blanca,
como si no habías dibujado nunca. Especialmente útil resulta esta capacidad
cuando las circunstancias dictan sus propias reglas y nos vemos obligados a adaptarse a la realidad.
Y
pienso mucho en la soledad, en esa soledad a la que aspiramos tanto hasta
vernos buceando solos en el oceano de las oportunidades perdidas. Dicen que a
veces hay que llegar al fondo para tocarlo con los pies y volver a arrancar hacia
la superficie, quizás, pero yo añadiría también que lo importante es no dejar de oponerse a la
corriente que nos lleva.
A
veces me da miedo el tiempo que me aleja de las ruinas del pasado sin haber
podido contruir el sólido fundamento para el futuro. Y así me quedo flotando
en las aguas del presente, agarrándome a la memoria para no olvidarme de lo
firme, de lo que es estar firmamente de pie, para no deshumanizarme por completo porque
es fácil hacerlo viviendo en un aislamiento en el que inevitablemente
caes a no cumplir ninguno de los papeles determinados por la sociedad.
Y
hoy pienso también en las emociones erróneamente destructivas, como rabia o
enfado consigo mismo, digo "erróneamente" porque en realidad nos aseguran el avance, oponerse a
la corriente significa darse oportunidad a alcanzar la orilla deseada, no estar conforme
con la realidad asegura el cambio, aún si llevaría a otro fracaso. Porque seguir
fracasando no es lo mismo que perder, perder es bajar las manos, dejar de
intentar, perder es aceptar el fracaso y darse por vencido. Por eso tanto miedo
me dan momentos en los que me conformo con el estado de las cosas, en los que
dejo de ver los huecos a rellenar, errores a corregir, imperfecciones a
mejorar. Porque por más que duela sentir los vacíos, significan que somos concientes de aquello lo que nos falta.
Echaba de menos leerte por aquí. Me ha gustado mucho. No sólo es profundo sino sincero y lleno de máximas elocuentes y perfectas.
ResponderEliminarUn beso y gracias
De un silencio a veces sale un grito, y a veces hay que soltarlo. Gracias a ti, también echaba de menos estas páginas virtuales. Un beso
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