Hace poco me había sido regalado un libro
de Robin Sharma, el autor canadiense que ha escapado de mi vista, pero como es
bien sabido, el saber no tiene límites y uno inevitablemente se pierde en este
inmenso e inabarcable oceano que es el mundo literario. Así, una fabula
espiritual bajo el nombre “El monje que vendió su ferrari” ha acompañado un
par de mis días y ha convertido mis momentos en una reflexión benéfica. Por una
cierta “deformación” profesional que, en vez de disfrutar, me hace destripar
cualquier lectura que aparece en mis manos, lo primero que ha llamado mi
atención es la estructura del libro, que a primera vista y de sus primeras
páginas, presenta algunos rasgos de la novela. Pero, por más que avanzemos en
su lectura, vemos como se transforma y que su forma inicial es un especie del
engacho que usa el autor para involucrarnos en un profundo autoanálisis, en el que
el lector, inevitablemente, se convierte en un verdadero protagonista de la
acción. Dividido en capítulos, cada uno de ellos esconde un símbolo conductor y
una clave fundamental para descubrir esa felicidad y armonía que todos buscamos
sin darnos cuenta de que la llevamos dentro de nosotros mismos. Así, guiados
por el narrador que desde los primeros párrafos presenta al protagonista, con
él comenzamos un auténtico viaje iniciático que ofrece este libro. Para cumplir
con su objetivo de guiar, indicar y llevar al lector a una reflexión productiva,
el autor concluye algunos de los capítulos con una especie del breve resumen de
acción que permite hacer un repaso y estructurar los métodos propuestos. Tal
forma facilita el proceso de digerir la información y convierte el libro en un
perfecto manual del Arte de Vivir.
Desde sus primeras páginas, “El
monje que vendió su ferrari” me ha recordado uno de aquellos libros que me íba
acompañando a lo largo de los años, “Siddhartha” de Hermann Hesse, cuyo personaje
pasa por distintas etapas de evolución personal en búsqueda de su propia
existencia. Sin embargo, si identificarse con Siddhartha para el
lector requiere un esfuerzo y una introspectiva más encausada por un objetivo
de encontrar pautas aplicables a la vida de nuestros días, pues en el caso del libro de Robin Sharma, dado que la obra claramente nos refiere a la actualidad, en su personaje cada
lector podrá sin dificultad adivinar y ver su propia imagen en el espejo de la realidad
de nuestra vida diaria, sometida tanto a las presiones sociales, como a nuestras
propias creencias y limitaciones, concientes o no.
Dado que el objetivo final de cualquier
viaje iniciático es regresar al lugar de partida con las verdades descubiertas
para poder compartirlas, el personaje principal del libro, Julian, nos ofrece
emprender el mismo trayecto que había cumplido él por el camino que, a aquel
que está abierto a escuchar, procesar y analizar, pretende llevarle a descubrir
una clave del bienestar consigo mismo.
Guiados por un diálogo entre el
“maestro” y su “alumno” nos convertimos en unos testigos del proceso de una
profunda introversión y de la transformación del modo de pensar que siempre
lleva a los cambios exteriores. El libro abunde en técnicas, principios,
rituales, pasos y pautas para cambiar nuestro interior lo que es fundamental
para conseguir cambios en nuesto entorno. Sin embargo, estos remedios
propuestos no pretenden ser unas recetas rápidas. El autor enfatiza que “las
recetas rápidas no funcionan. Todo cambio duradero requiere tiempo y esfuerzo ”
e invita al lector a seguir sus pasos para transformar su vida a través de los
cambios paulatinos. Todo cambio requiere esfuerzo y todo cambio conlleva el
dolor, y sólo superando esta transformación dolorosa es posible llegar a un
resultado consolidado y duradero. No se trata de la catarsis en su pura esencia, pero sí de una
revisión de valores y conceptos. La clave de este proceso es actuar sin esperar
resultado instantáneo. Igual que mirando atentamente una semilla no conseguimos
esforzarla que germine, así nosotros deberíamos dejarnos crecer, alimentar
nuestra alma y estar abiertos a cualquier cambio, ya que:
“el cambio es la
fuerza más poderosa que tiene nuestra sociedad de hoy. Mucha gente lo teme,
pero los sabios lo abrazan sin reservas”
Robin Sharma hace un buen
hincapié en el potencial de la mente y en los obstáculos que nos hacen bloquear
su fuerza. Nos propone desbloquear su poder para poder utilizar las reservas
mentales que tenemos con el fin de transformar nuestro mundo interior. Librarse
de las preocupaciones, del miedo ante los errores y del peso de los dolores, se
propone como una de las tareas que deberíamos cumplir.
“Descubriremos que nuestro cansancio es nada más que nuestra creación
mental, y de la misma manera como lo hemos creado, podemos librarnos de ello”
Me han venido ganas de tachar
frase tras frase, aquellas claves tan evidentes, pero por alguna razón tan poco llevadas a la práctica por la
mayoría. Robin Sharma habla sobre la necesidad de hacernos presión positiva a si mismos y este
libro podría ser una de aquellas lecturas adecuadas que nos puedan servir de
guía, siempre y cuando tengamos valor y no nos frenemos por el miedo de equivocarnos: “toda circunstancia amarga tiene
su lado positivo, siempre que uno tiene el valor de buscarlo”.
“No hay errores en la vida, solo
lecciones. No existe una experiencia negativa, sino sólo oportunidades que hay
que aprovechar para avanzar por el camino del autodominio. De la lucha surge la
fuerza. Incluso el dolor puede ser muy buen maestro”
“En todo hay una lección que
aprender. Estas pequeñas lecciones estimulan tu mundo interior y exterior. Sin
ellas no podrías avanzar. Aplícalo a tu vida actual. La mayoría de la gente ha
sacado lo mejor de sí misma a través de las experiencias más sugestivas y
difíciles”
También se nos aconseja ser
arquitectos de nuestro propio futuro centrándonos en el momento de “aquí y
ahora”. El secreto de la felicidad de Robin Sharma es simple:
“Averigua qué es lo que te gusta
hacer y dirige todas tus energías en esa dirección. Si analizas a las personas
más felices, saludables y satisfechas de tu mundo, verás que todas han encontrado
cuál era su pasión y luego se han dedicado a perseguirla”
Se trata nada más que de encontrar nuestra propia fuente de energía
que está encadenada y bloqueada en nosotros mismos, se trata de hacer fluir esa
energía para que se convierta en un combustible necesario para alimentar
nuestro cuerpo y nuestra mente. Empezar a correr riesgos, dejar de ser
pragmáticos y tomar tiempo para reflexionar, son algunos de los pasos que
ofrece el autor. Y la clave para quitarnos barreras está en el valor y en el
coraje que siempre son más que necesarios cuando se trata de empezar a vivir
intensamente. Abrir nuestra mente a la
posibilidad real de vivir una vida plena e invertir tiempo en este proceso sin
esperar cambios, pero sí darles una buena bienvenida cuando comienzen a entrar en tu vida.
Concentrarnos en ser alegres y
activos, ser felíces en un momento dado y darnos cuenta del poder que tiene
cada uno de nuestros pensamientos. Ver pensamiento como algo vivo y capáz de
transformar nuestra realidad. Por este mismo motivo, “no podemos permitirnos un
lujo de un solo pensamiento negativo”, siendo concientes de la mágia de la
visualización, deberíamos dejarla actuar sobre las materias primas que llevan
en sí una positividad.
Poder disfrutar del presente es
un don, pero cualquiera de nosotros es capáz de desarrollarlo. Ser libre de ese
miedo traidor que muchas veces acompaña cualquier momento de felicidad susurrando al
oído que cualquier instante felíz es efímero. La vida a priori no da garantías, sabemos
que el viaje de cada uno de nosotros no es eterno, pero no es ninguna razón
para no vivir este trayecto con toda intensidad. Cada momento en el que nuestra
alma consigue brillar es capáz de alumbrar todo lo que está por llegar. La vida no se mide en logros ni en sacrificios,
sino en segundos y en latidos de nuestro corazón que, una vez abierto al mundo,
nos enseñará todas esas maravillas que esconde.
Maravilloso. Me has hecho recordar las páginas de este magnífico libro.
ResponderEliminarPocos podrían expresar mejor el significado de esta fábula.
Mil gracias...
PD. Te sigo leyendo...
Gracias por tu bonito comentario... Me alegro lo hayas disfrutado. Ya sabes que es un privilegio tener un lector como tú.
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