martes, 2 de agosto de 2016

Ligereza...


Sentada en el tren y saboreando los momentos tan deseados de mis vacaciones, me he dado cuenta de que hace tanto tiempo, hace ya años, a ningún sitio no tomaba rumbo con el único objetivo... descansar. Sin planes ni tareas pendientes, sin prisa ni presiones, nada más que dedicar a mi misma los momentos y días, escuchar a mi voz interior y seguir sus pautas para alcanzar este estado tan buscado de la paz interior. Y sólo ahora, en mi asiento 3C del Coche 7, he notado como con una alta velocidad española me ha empezado a llenar una sensación de la ligereza y libertad. Sólo ahora me he dado cuenta de ese cansancio que mi mente por lo visto ocultaba aún de mi misma. Y ahora... esta ligereza... Ser ligeros es uno de los estados más naturales de nuestro cuerpo, nacemos todos con las reservas inagotables de esta ingravidez que entra en nosotros en el momento cuando nos atrevemos a abrirnos a nuestra libertad interior. Ser ligero es permitirte ser tu mismo, sin máscaras que nos ponemos diariamente guiados por esa ansia de corresponder o por el miedo de no ser aceptados tal y como somos. Cada uno de nosotros tiene un recuerdo de sentirse ligero por dentro mientras que nuestro cuerpo sigue corriendo sin saber ya en que dirección. Quitarse una máscara ocupa nada más que un instante, nada más que un paso existe hacia rescatar nuestro propio “yo” que sabe volar, porque es libre y ligero. Ser así es su capacidad innata. Y en el momento de enfrentarnos con él, nos sorprendemos... qué poco necesitamos para empezar a bailar por dentro. Abrirte a ti mismo regala la curación de todo lo que nos condiciona y limita en nuestra vida cotidiana. Descubrir nuestra verdadera esencia para darnos cuenta de que vivimos en armonía con el universo que con cada estrella nocturna, cada susurro de las hojas, con cada brisa del mar y cada rayo del sol matinal nos invita a volar, falta sólo quitarse el peso acumulado y hacer un paso descalzo por la arena... 


1 comentario:

  1. Me temo que tras la lectura de este texto debo decirte, seriamente, algo: por qué nos has negado tus palabras tanto tiempo?
    Un privilegio leerte...

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