No sé de donde aparecían, en mi
infancia soviética, esos trocitos redondos de cristal de diferentes colores que
buscabamos sueltos por todas las partes de la ciudad, pero creíamos firmamente en que si miras
al sol a través de uno de esos trocitos multicolores, el universo organizará todo de una
manera de que “todo estará bien”. En realidad no entendíamos, en nuestra infancia
despejada, qué es lo que significaba y como es cuando “todo está bien”, pero era una frase que más
escuchabamos de los adultos que parecían siempre viviendo en espera de que “todo
estará bien”. Ha caído la Unión Soviética... pues pronto todo estará bien; alguien
ha ahorrado dinero trabajando sin parar para comprarse un piso... pues cuando
lo compre todo estará bien; si terminas este año escolar con buenas notas pues entonces todo estará
bien; y así una espera se cambiaba por la otra, y así infinitamente, y así hemos
aprendido a vivir esperando... de que todo estará bien. Bonita frase,
llena del optimismo, pero... por qué siempre tendemos a vivir en el futuro? Y ahora cuando hago
una pregunta a mi abuelo de ochenta y tres años: "¿cómo ha pasado tu
vida, abuelito?” me contesta: “Volando. Como un instante”. Pues en fin, si bien sabemos que la vida es nada más que un instante y nadie de nosotros saldrá
vivo de ella, pues qué sentido tiene llenar este instante con tantas
preocupaciones, con tantas dudas y miedos, con tantas penas y rencores, con tantas
esperas de que todo estará bien, con el pasado que ya ha sucedido y el futuro
que todavía no ha llegado, con tantas luchas contra la realidad conviertiendo
la vida en un campo de batalla en vez de convertirla en una aventura
apasionante llenando cada inspiración con el amor y agradecimiento por un instante más en el que todo está bien.
(aprendiendo cosas sobre el universo con mi abuelo, un gran físico soviético)
Ey! Me ha encantado.
ResponderEliminarPor cierto... te pareces?
Un saludo... mi beso.
Gracias... La mirada creo que se me ha quedado igual :-) Un saludo...y un beso.
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