lunes, 12 de septiembre de 2016

Europa...



Llevo varios días disfrutando de un maravilloso libro de Mauricio Wiesenthal que me había sido regalado por una persona muy especial. Una auténtica joya literaria, de esas que, soltando página tras página, no quieres que se acabe. De aquellas escrituras que parecen una ventana a través de la cual podemos echar un vistazo en las épocas más intrigantes del pasado. Un libro homenaje a la cultura europea que, como todo lo que sobrevive al tiempo, a veces requiere ser rescatado para no caer en el olvido. Este gran profesor de Historia de la Cultura hizo un labor impresionante y un regalo inestimable a todos nosotros, sus lectores y alumnos, tras dejar constadas en unas páginas impresas las experiencias de su vida que guardan profundo conocimiento y secretos de los grandes. 

Y ahora, sintiendo una alegría de todavía tener por delante más páginas por recorrer, en mis pausas obligatorias para disfrutar de mi té... me he dado cuenta de que acabo de sentir a Europa... de tal manera como hace mucho tiempo no la sentía... y me puse a recordar...

y, de repente, recordé hasta los olores y como la había sentido a Europa caminando por Lungo Tevere contemplando ese verde dorado de los árboles que marcan el paisaje de Roma... 

como la había sentido disfrutando del precioso canto de La Boheme acompañado por un bello piano forte en uno de esos piano bares de Montmartre... 

como la había sentido viendo los reflejos de los fuegos artificiales en la calma del mar nocturno de un pequeño y desconocido pueblo de Cote d´Azur... 

como la había sentido cerca cuando estaba más lejos de mi que nunca, sentada yo en las orillas del Rio de La Plata... 

como la había sentido pisando sus tierras al aterrizar en Madrid, ya tan mío, después de un viaje que parecía eterno por las tierras indígenas... 

como la había visto envuelta en tantos colores al atarceder de Amalfi... 

como me había abierto sus rincones más intactos que contemplaba recorriéndola en tren... 

como la había escuchado hablar tantos idiomas arepentiéndome de no saber hablarlos todos... 

como me había llegado al alma escuchando la "Cuatro Diferencias Sobre Guardame Las Vacas" que parecía disolverse en el cielo vespertino de Toledo...

como me había compenetrado de Europa disfrutando de un café vienés en una de esas cafeterías clásicas de Viena cuyas paredes guardan grandes nombres e historias...  

como me había recargado de su energía marcando el paso de la multitud de gente caminando por las calles matinales de Munich... 

como había reconocido su voz compuesta de muchas voces en una de esas mágicas noches de música del festival de San Remo... 

como le había dejado a ella de llenarme de paz viendo mi propio reflejo en el espejo de las aguas cristalinas del lago de Ginebra... 

como me había embriagado de Europa respirando el frescor de la hierba primaveral de las montañas de Tirol... 

como se me calentaba el alma con cada trago de Horké jablko (Manzana Caliente, una especie de té checo con canela) mientras sujetaba esa taza de cristal con mis manos congeladas del frío de diciembre bajo el puente emblemático de Praga... 

como había calmado mi hambre con un bocadillo más sencillo y más rico que sabía a primavera, sentada en aquel banco a dos pasos de uno de esos preciosos canales de Amsterdam...

como la había sentido tan hogareña en el medio de la plaza de Brusselas envuelta en las luces navideñas...

y así, los recuerdos de Europa me han invadido... 

Y aunque me duele tanto Europa hoy día, aunque duele verla dejar en el olvido aquellas riquezas que guarda, a pesar de que duele verla estar con los ojos cerrados... verla callada y sumisa... verla tan indiferente y ajena... verla tan segura de su potencia y solidez sin saber que esta seguridad siempre se convierte en un punto más débil y vulnerable...  pero a pesar de todos los pesares, no dejo de sentirla... y no deja de ser tan mía como la siento cada vez que cojo el vuelo nocturno para contemplar esa mágia de las luces que cubren sus tierras marcando su silueta...  tan mía, como la siento cada vez cuando aterrizo en mi Madrid... 



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